La exposición al plástico podría estar relacionado con el autismo y el TDAH, dice estudio

En los últimos años, la prevalencia del autismo y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) ha ido en aumento. La comunidad científica ha encontrado algunas de las posibles razones por las que factores ambientales, como los son los residuos de metales pesados en animales y componentes en la contaminación atmosférica, pudieran propiciar estos trastornos.

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Aproximadamente uno de cada 100 niños en todo el mundo tiene autismo, mientras que otros 129 millones de niños en padecen (TDAH). Ahora, investigadores de la Escuela Rowan-Virtua de Medicina Osteopátic podrían haber encontrado la razón de que estos números vayan en aumento. Los expertos sugieren que la exposición a la sustancia química bisfenol A (BPA), que se encuentra en aditivos plásticos, tales como revestimientos en latas metálicas de comida, tapas de frascos y botellas, son difíciles de digerir o eliminar en el organismo, lo que podría propiciar el desarrollo de estas enfermedades.

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El BPA es una sustancia química sintética que existe de 1950 para la fabricación de plásticos (botellas de agua, tuberías de suministro hídrico, lentes de sol, recipientes para alimento, materiales dentales). Anteriormente ya se había vinculado al BPA con problemas a la salud, como infertilidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y cáncer. Al igual que problemas en el desarrollo del feto para mujeres embarazadas, problemas en el comportamiento de los infantes como ansiedad, depresión, hiperactividad y falta de atención. Además de trastornos neurológicos, como la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple, Alzheimer y la esclerosis lateral amiotrófica.

De acuerdo con la opinión de Rebecca Fuoco para Medical News Today, directora de comunicaciones científicas del Green Science Policy Institute, quien no participó en el estudio, la exposición a esta sustancia química es alta, pues la consumimos a través de los productos alimenticios más comunes, mientras que también se mantiene contacto cutáneo con ella.

Estas sustancias tóxicas consumidas son insolubles, dijo el Dr. T. Peter Stein, profesor de cirugía de la Facultad de Medicina Osteopática Rowan-Virtua y autor principal de este estudio publicado por la revista PLOS ONE . Para que pueda digerirse, le hígado añade a la toxina glucosa para hacerla ‘hidrosoluble', para que así el cuerpo pueda transportarla hasta el torrente sanguíneo, posteriormente a los riñones y después sea excretado.

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“De este modo, el compuesto, antes insoluble, se elimina fácil y rápidamente por la orina. El proceso de añadir glucosa a uno de estos otros compuestos insolubles se conoce como glucuronidación”, señaló.

Sin embargo, la capacidad de las personas para digerir el BPA en el organismo depende de su genética y son las personas o niños con autismo o TDAH las que pueden exponer sus órganos o tejidos a una exposición más concentrada o elevada de esta sustancia.

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El estudio, que reclutó a 150 niños que padecían ambos trastornos y otro grupo de control sin ninguna enfermedad, encontró que la capacidad de glucuronidación de los niños con autismo era 10% menor que las del grupo de control, mientras que aquellos con TDAH era un 17% menos eficientes que aquellos que no tenían ninguna de esas afecciones.

Fue de esta manera que los expertos encontraron un vínculo entre el BPA y los daños al neurodesarrollo, mientras recomendaron optar por recipientes, vasijas y vajillas de vidrio, porcelana o acero inoxidable, sobre todo para alimentos o líquidos calientes.

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