Aída, la perrita que quedó inmortalizada en el Palacio de Bellas Artes
Entre las esculturas que adornan Bellas Artes se encuentra un tributo a Aída, la perrita que fue inmortalizada por su dueño, el arquitecto Adamo Boari
El majestuoso Palacio de Bellas Artes , una joya arquitectónica icónica en el corazón de la CDMX, no solo alberga obras de arte excepcionales en su interior, sino que también tiene su propia historia peculiar grabada en una de sus fachadas. Entre las esculturas ornamentales que adornan este recinto cultural se encuentra un tributo a la lealtad y el cariño: la representación de Aída, la perrita que fue inmortalizada por su dueño, el arquitecto Adamo Boari.
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La historia de Aída se entrelaza con la vida y obra de Adamo Boari, un arquitecto de renombre que dejó una huella indeleble en la CDMX . Nacido en Italia, Boari llegó a México a finales del siglo XIX y se involucró en la creación de importantes edificaciones, incluido el Palacio de Bellas Artes. Sin embargo, lo que pocos saben es que Aída, una perrita de raza setter, también formaba parte de la vida de Boari y de su compromiso con la obra arquitectónica.
Boari inmortalizó a su perrita Aída
Durante la construcción del Palacio de Bellas Artes, Aída acompañaba a Boari en su labor diaria. Se dice que su dueño supervisaba cada detalle de la obra con minuciosa atención, y la presencia de Aída se convirtió en un símbolo de su dedicación y cuidado por el proyecto. Conmovido por la lealtad de su fiel compañera, Boari decidió inmortalizarla en la fachada del edificio que se convertiría en uno de los tesoros culturales más importantes de México.
¿Sabías que el arquitecto Adamo Boari, inmortalizó a su perrita “Aída” en la fachada del Palacio de Bellas Artes? pic.twitter.com/vxWrbSdHuk
— Museo del Palacio de Bellas Artes (@mbellasartes) October 11, 2017
La escultura de Aída, una representación en relieve de la perrita, se encuentra en uno de los costados de una entrada del Palacio de Bellas Artes. Aunque no es visible de inmediato para todos los visitantes, su presencia añade un toque emotivo y personal a la imponente estructura. La historia de Aída y su inmortalización en el Palacio de Bellas Artes refleja la profunda conexión entre las personas y sus mascotas, así como la capacidad de encontrar belleza y significado en los detalles más pequeños.
Esta conmovedora historia continúa siendo un recordatorio de la dedicación, el amor y la inspiración que pueden surgir de las relaciones entre seres humanos y animales. A medida que los visitantes y amantes del arte exploran el Palacio de Bellas Artes , pueden descubrir este pequeño pero emotivo homenaje a Aída, la perrita que se convirtió en una parte eterna de la historia y la arquitectura de México.
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