Las plañideras: el oficio de llorar penas ajenas se extingue
Aunque no lo creas, aún existen mujeres que practican uno de los oficios fúnebres más antiguos del mundo.
Aunque no lo creas, aún existen mujeres que practican uno de los oficios fúnebres más antiguos del mundo.
En el antiguo Egipto, ser plañidera era una profesión que pasaba de madres a hijas. Las famosas yerit eran contratadas para darle rienda suelta al dolor que los deudos debían de guardar por dignidad, debido a que tenían prohibido llorar en público.
Las yerit se distinguían por ir vestidas con túnicas azuladas, los pechos descubiertos, el cabello suelto y los brazos en alto como signo de duelo y desesperación.
Con el paso del tiempo, diversas culturas e inclusive religiones continuaron la costumbre. La religión Cristiana, por ejemplo, creía que la práctica de contratar plañideras le facilitaba a quien moría la entrada al cielo.
Las plañideras,- del latín plangere «golpearse en señal de dolor, lamentarse»— son, entonces, las que se encargan de llevar a la catarsis el ritual fúnebre de aquel o aquella que ha partido.
Hasta hace poco, en algunos lugares de la Ciudad de México, como en el pueblo de San Nicolás Tetelco en Milpa Alta, mujeres de la tercera edad aún eran contratadas para los velorios.
Además de plañideras existían mujeres piadosas que se ocupaban de reconfortar a los deudos, contratarlas costaba $20, y los deudos pagan $5 o $10 más para que lloraran durante el entierro.
Sin embargo, el arte de llorar penas ajenas, es una ocupación que está por desaparecer, un trabajo digno como cualquiera, pero extraño como ningún otro.
fcj