Seguridad interna de México: ¿Un cambio real o más de lo mismo?

La seguridad en México ha sido un tema central en la agenda pública durante las últimas décadas, con estrategias que, aunque cambian de nombre, mantienen la misma base operativa: el combate frontal al narcotráfico con la participación protagónica de las Fuerzas Armadas.

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Publicado por: Redacción adn40

La seguridad en México ha sido un tema central en la agenda pública durante las últimas décadas, con estrategias que, aunque cambian de nombre, mantienen la misma base operativa: el combate frontal al narcotráfico con la participación protagónica de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, la actual estrategia ha generado un debate sobre su impacto en la democracia y el Estado de derecho, ya que la militarización de la seguridad ha profundizado la erosión de las instituciones civiles y el equilibrio de poderes.

Desde hace años, México ha seguido un modelo de combate al crimen organizado basado en la confrontación directa, sin lograr una disminución significativa en la producción y tráfico de drogas. Aunque las organizaciones del narcotráfico han cambiado su forma de operar, diversificando sus actividades ilícitas y sofisticando sus redes de distribución, la respuesta del Estado sigue siendo la misma: un enfoque de contención y uso de la fuerza que ha demostrado ser insuficiente para frenar la violencia y garantizar la paz en el país.

Uno de los cambios más importantes en el tráfico de drogas ha sido el auge de las sustancias sintéticas, particularmente el fentanilo. A diferencia de la marihuana o la cocaína, cuya producción requiere grandes extensiones de cultivo y una logística compleja de transporte, las drogas sintéticas pueden producirse en espacios reducidos y con precursores químicos difíciles de rastrear. Esto ha llevado a un nuevo reto para las autoridades: ¿cómo enfrentar la fabricación y distribución de estas sustancias sin una red clara de producción tradicional?

Estados Unidos ha insistido en que en México existen laboratorios de fentanilo, mientras que el gobierno mexicano ha rechazado tales acusaciones. La disputa entre ambos países sobre el origen y control de estas drogas ha escalado a nivel diplomático, con presiones desde Washington para que México refuerce sus operativos y regule con mayor rigor los precursores químicos. La pregunta sigue en el aire: ¿hay o no laboratorios de fentanilo en México?

Más allá de la represión, una alternativa que ha cobrado fuerza en los últimos años es la despenalización de las drogas. En algunos países, esta medida ha permitido reducir la violencia y el mercado negro, apostando por un enfoque de salud pública en lugar de una guerra frontal contra el narcotráfico. Sin embargo, en México, la discusión sigue estancada entre posturas encontradas: ¿sería la despenalización una verdadera solución o simplemente una estrategia insuficiente para frenar el crimen organizado?

El futuro de la seguridad en México depende de un replanteamiento profundo de la estrategia nacional. Mientras las Fuerzas Armadas continúen en el centro del combate al narcotráfico y las estructuras criminales sigan adaptándose a nuevos mercados y tecnologías, la violencia difícilmente cederá. ¿Estamos ante una reconfiguración del panorama de seguridad o solo reciclando una estrategia que ya ha demostrado sus límites?