Rogelio Marín: De boleros y óperas a proyectos innovadores
Rogelio Marín creció en un ambiente musical, influenciado por su abuelo, un cantante aficionado de boleros con una voz de barítono a quien admiraba profundamente.
Rogelio Marín creció en un ambiente musical, influenciado por su abuelo, un cantante aficionado de boleros con una voz de barítono a quien admiraba profundamente. Aunque su abuelo nunca se dedicó profesionalmente a la música, el ambiente familiar estaba lleno de música, con su madre, padre y tíos también cantando. Confiesa que inicialmente no consideró seguir una carrera profesional en el canto.
A los 18 o 19 años, Rogelio empezó a considerar seriamente la música como una profesión, primero le interesó aprender a tocar el contrabajo, sus maestros en la Escuela Nacional de Música lo alentaron a estudiar canto debido a su buena voz. Fue entonces cuando conoció a su mentor, Francisco Grijalva, quien le brindó una sólida formación musical y vocal.
Se mudó a Alemania para perfeccionar su técnica vocal y debutó con la ópera “La Flauta Mágica” de Mozart. Su formación en Alemania, bajo la tutela de maestras como Emma González y Erika Kovaczek, le permitió desarrollar una técnica vocal sólida. Una audición inesperada le abrió las puertas a cantar en Alemania, donde fue invitado a participar en el concurso Neue Stimmen, lo que marcó el inicio de su carrera internacional.
El tenor habla de las diferencias entre las culturas operísticas alemana e italiana, cada con sus particularidades y retos. En Alemania, experimentó una profunda apreciación por compositores como Wagner, mientras que en Italia, perfeccionó su dicción y apreció el bel canto de Rossini y Verdi. Para él, la clave para disfrutar de diversos géneros operísticos es tener un buen guía que elimine prejuicios y permita apreciar la esencia de cada compositor.
Ha regresado a México con una nueva perspectiva y proyectos innovadores. Actualmente, está trabajando en Noyollo Opus 52, una obra que combina ópera, danza y teatro. Este proyecto, en colaboración con su hermana Patricia Marín, directora de Danza Visual, y el coreógrafo Fernando Melo, se presenta como una experiencia escénica 360 grados, basada en los líderes de Brahms.